Una mirada optimista
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Rafael Mies
¿Cómo se nos viene el 2014 y los próximos cuatro años de gobierno de la Nueva Mayoría? Esta está siendo una pregunta recurrente en los cafés, seminarios y numerosas reuniones tanto formales como informales a las que muchos hemos asistido en el último tiempo.
Nadie tiene una bola de cristal para ver el futuro. Además, desde el punto de vista de los argumentos cualquiera puede construir escenarios tanto catastróficos como exageradamente auspiciosos. Así y todo, lo que me parece innegable es que el tipo de respuesta que cada uno vaya entregando va a ser determinante en el estado de ánimo de la gente.
Por lo mismo, y sin ser ingenuo, prefiero estar en la vereda positiva y sostener que existen razones de fondo para ser optimistas y dar un voto de confianza a la nueva administración.
En primer lugar, Chile es un país que se ha acostumbrado a unas finanzas públicas y a una conducción institucional bastante ordenada. Probablemente este tema no es evidente para mucha gente, pero sin duda lo es cuando algo no funciona. En este sentido, veo muy poco probable que las personas corrientes estén dispuestas a perder su calidad de vida por la satisfacción de un anhelo puramente político. En otras palabras, si la salud, la educación o el empleo se deterioran, la presión social será muy clara y determinante para las decisiones que la autoridad tome en el próximo gobierno.
En segundo lugar, de los aspectos más relevantes en la calidad de vida está el empleo. Hemos vivido el último tiempo una situación extraordinaria de pleno empleo y más del 90% de la fuerza laboral se encuentra en el sector privado. A esto se le debe sumar que en la creación de nuevos puestos de trabajo el rol de los privados es esencial y que además, más del 70% de los nuevos trabajos se generan en Pymes y Microempresas. Descuidar este activo sería literalmente dispararse en los pies ya que parte importante de la paz social radica en mantener una sana estabilidad laboral. Estoy convencido que en esta administración el empleo y el crecimiento económico será una prioridad como lo ha sido desde siempre en todos los gobiernos anteriores.
Por último, más allá de las luces y sombras que todo ser humano tiene, la verdad es que gran parte de los servidores públicos han demostrado un compromiso importante con la institucionalidad y el desarrollo del país. Si esto no fuera así, hubiese sido imposible el desarrollo social y económico sostenido que este país ha tenido durante ya tantas décadas. No existen razones de fondo para pensar que en esta administración esto va a ser muy distinto. Es cierto que se podrían escribir libros -y de hecho se han escrito- acerca de historias de corrupción y bajezas tanto en el mundo privado como en el público, pero también se podrían llenar páginas de biografías de empresarios, políticos y funcionarios públicos que diariamente “hacen la pega” con optimismo y una visión positiva de la vida.
La desconfianza y el pesimismo son grandes aliados de las crisis en los países. Existen razones para tener una mirada positiva y de paso ayudar al buen clima que este país requiere para su desarrollo.